Today opened the official TRADE talks in Columbia.
Two weeks ago Biden came to San Jose and met with a couple of
Presidents... from Guatamala, Honduras, Costa Rica ... to forestall
the hijacking of the summit now taking place in Columbia by the
Central Americans.
It is the stated opinion of these Governments that the war on drugs
has failed and is costing far more than any possible local benefit at
all levels of society.
It seems Bidens visit with Obamas appeal just did not do the trick.
The summit was hijacked....
Here is the opening salvo..... It was delivered by the friendliest
nation to the US (is sometimes called the 51st state) in Central
America... Costa Rica. In English it comes off as a bit of a bitch
and moan... In Spanish it is absolutely scathing. The text of the
speech is attached in the original language. To translate try cut and
paste into http://translate.google.com/
Discurso Laura Chinchilla en la VI Cumbre de las Américas 2012
En el marco de esta hermosa e histórica ciudad, me complace abrir mi
intervención con un afectuoso saludo al Presidente Juan Manuel Santos,
al querido pueblo colombiano, y a todos ustedes, estimados colegas,
amigas y amigos.
Aquí, señor Presidente, me siento en casa. Y me complace que, en ella,
podamos intercambiar puntos de vista sobre la cooperación, la
integración y la conectividad como vehículos para superar desafíos,
atender demandas y materializar legítimas esperanzas hemisféricas.
Son, todas ellas, tareas urgentes, que deben asentarse en un profundo
respeto por la democracia, la libertad, el imperio de la ley y la
dignidad humana. Tengamos presente que los destinatarios de nuestra
tarea como gobernantes son nuestros pueblos. Por cada niña o niño, por
cada hombre o mujer, debemos afanarnos en la creación y distribución
de riqueza, la multiplicación de oportunidades y la generación de
entornos respetuosos y seguros para su pleno desenvolvimiento
individual y colectivo.
En el abordaje de esta agenda, las tecnologías de la información y
comunicación pueden ser poderosos aliados. Su adecuada aplicación
permite fomentar la participación ciudadana, impulsar la
transparencia, facilitar el acceso al conocimiento, y estimular la
generación de riqueza fundamentada en la innovación.
Para una economía como la de mi país, cuya principal ventaja
competitiva es la calidad de nuestro recurso humano las tecnologías
digitales constituyen un instrumento crucial para potencia el
conocimiento y la innovación.
Las tareas a que esta Cumbre nos convoca debemos emprenderlas en
contextos nacionales muy diversos, y en un hemisferio que refleja esa
diversidad. Pero nuestra heterogeneidad, lejos de ser un escollo, debe
convertirse en palanca para la integración y la cooperación.
Defendamos nuestros principios, pero, a la vez, seamos realistas.
Valoremos nuestras tradiciones, pero también abrámonos al futuro. Y
evitemos que anquilosados atavismos ideológicos, o la búsqueda de
culpables en nuestro pasado, nos impidan comprender la realidad y
abrazar la evidencia empírica como guía para las políticas públicas.
En apego a ese realismo, a menudo poco grato, deseo reflexionar sobre
dos riesgos que se han truncado en cruda realidad, para mi país y el
resto de los países de Centroamérica.
Me refiero en primer término a los desastres naturales que como
consecuencia del cambio climático se expresan con especial crudeza en
los países ubicados en la franja tropical. Año con año experimentamos
la pérdida de vidas humanas y la destrucción de infraestructura física
y social. Para un país como Costa Rica, considerado el más verde de
nuestro hemisferio y que tanto ha comprometido con la sostenibilidad
ambiental, resulta incomprensible que, año con año, tengamos que pagar
la factura por las omisiones de otras naciones altamente
contaminantes. La Cumbre Río 20, se convierte en una nueva oportunidad
para reafirmar nuestro compromiso con la protección de la
biodiversidad, y sostenibilidad ambiental y con la adopción de medidas
concretas que nos permitan afianzar dichos compromisos.
El segundo riesgo al que estamos expuestos en la región
Centroamericana, es el de la feroz arremetida del crimen organizado
transfronterizo.
Para Costa Rica, el componente más importante de su estrategia
nacional de seguridad y combate al crimen organizado, ha sido la
prevención del delito mediante la inversión en capital humano y la
construcción de una sólida institucionalidad sustentada en el respeto
al Estado de derecho y la democracia. Estos componentes, junto con
una efectiva acción policial, han permitido a mi Gobierno mejorar la
seguridad cotidiana de nuestra población. Según la Oficina de las
Naciones Unidas sobre Drogas y Crimen, tenemos el índice más bajo de
homicidios de Mesoamérica, pero es mucho más alto que el de hace una
década. Por ello, el fenómeno de la inseguridad nos genera una
angustia sin tregua.
Estoy convencida de que la mejor protección frente al crimen
organizado es una sociedad capaz de generar oportunidades y mantener
una institucionalidad con altos estándares de transparencia,
eficiencia e integridad. Pero las coyunturas y los entornos también
son factores determinantes en el éxito que buscamos obtener. En el
caso de Centroamérica, implican enormes desventajas. Nuestra región es
víctima de una geopolítica perversa. Ubicada entre grandes centros de
producción y el mayor mercado consumidor de drogas del mundo, hemos
sido enganchados a un convoy de muerte y destrucción.
Para conjurar este desafío, todos los países envueltos en esta
ecuación tenemos responsabilidades compartidas, pero también
diferenciadas. Los centroamericanos hemos aceptado las cargas que nos
competen. Sin embargo, nuestros esfuerzos, aún imperfectos, no han
recibido todavía el adecuado apoyo por parte de la comunidad
internacional.
Ante esta realidad no pedimos regalías, sino verdadera coordinación,
adecuada cooperación, y sobre todo, una discusión franca y rigurosa
para garantizar mayores balances en las estrategias hasta ahora
emprendidas.
Hoy sabemos que los abordajes de lucha contra el narcotráfico
aplicados durante las últimas décadas no han resuelto el problema,
simplemente lo han desplazado de una nación a otra con altísimos
costos. Es evidente que debemos revisar el enfoque predominante hasta
ahora que presenta el problema como el de una "guerra contra las
drogas". Costa Rica, por su tradición de paz, sin fuerzas armadas y
por el legado que queremos preservar para las futuras generaciones, se
niega a ser arrastrada a estrategias que han puesto acento en la
acción militar, altamente costosa, e intensivas en la pérdida de vidas
humanas.
Debemos abordar el fenómeno del narcotráfico, al menos, desde cuatro
perspectivas: como un problema de salud pública que no debe
criminalizar el consumo de drogas; como una prioridad de nuestros
sistemas educativos, para poder prevenirlo; como un reto de más
transparencia e integridad en nuestra institucionalidad, y como un
asunto fuertemente tutelado por el Estado Derecho. Además, debemos
entenderlo como un problema global que extiende sus tentáculos a todo
el mundo y no sólo a unos pocos países, por lo que debemos buscar
respuestas que también se articulen a escala global. Es hora de
fortalecer la institucionalidad regional y global de tal forma que las
Naciones Unidas, incluyendo el Consejo de Seguridad, adopte en su
agenda el problema del narcotráfico en Centroamérica como un tema
prioritario.
Los presidentes de la región hemos coincidido en una estrategia mínima
común, la Estrategia de Seguridad de Centroamérica, que supone un
abordaje integral del problema. Logramos, además, que la comunidad
internacional dirigiera sus ojos y algunas promesas hacia nosotros.
Está por verse si las estrategias se transformarán en acciones
eficaces, y si contaremos con suficiente apoyo externo para
impulsarlas. Sin embargo, el temor o la censura no deberán privarnos
del derecho a debatir con rigurosidad, escenarios alternativos a las
estrategias de siempre.
Estimadas y estimados colegas:
Es hora de que quienes luchamos por el bienestar de nuestros pueblos
pongamos en práctica una coordinación aún mayor; una verdadera
integración de esfuerzos para frenar el embate de la violencia y,
sobre todo, para definir y emprender mejores rutas hacia la paz, la
libertad y el desarrollo.
Las mayores responsabilidades son nacionales. Pesan sobre cada
Gobierno. Pero los resultados serán más sólidos si nos conectamos como
verdaderos socios para la prosperidad. Hagámoslo con espíritu abierto
y democrático; con franqueza y sentido autocrítico; con respeto hacia
nuestros conciudadanos y nuestros vecinos; con realismo y
transparencia; con sentido de nuestros deberes y apego a nuestras
ilusiones.
Hagámoslo como gobernantes responsables, hacia nuestros países y hacia
el hemisferio.
--
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